jueves, 20 de junio de 2013

flores de invierno



Siempre estuve loco, ahora lo decido. Y sí, no es que simplemente me doy cuenta sino que lo decido.
Decido haber nacido en un verano en el que crecían camelias, decido no haber usado nunca pulseritas de amistad fugaz, decido no haberme asustado nunca en la oscuridad, decido no haberme embriagado entre sonidos secos y compañeros de momentos. 
Hoy, con lunas a mis espaldas cambio mi ruta. Miro hacia el frente mientras cambio mi pasado.
Hoy decido haber usado el vuelo de los colibríes como ventilador, decido no haber comido caramelos robados al medico, decido no haber corrido atrás de un colectivo por no haber tenido otra opción, decido no haber probado los jugos del estrés y los nervios.
Algunos dicen que la locura simplemente es la cordura elevada a su máximo exponente, otros dicen que es una enfermedad. Yo digo que es un papel que se rasga de doler mientras una historia es escrita.
Hoy he decidido que nunca respire los aires de la ciudad, que de las sierras siempre llego suavemente a mi, metiéndose en mis poros y ahogándome en pigmentos de pastos y arboles hasta donde la vista alcanza. Decido no haberme hundido en los mares turbios del amor para luego notarme solo en una diminuta bañera que revienta sus paredes de porcelana y deja que mis penas se suban a barquitos transparentes en un éxodo de mis ojos hasta mi pera. 
El camino se hace cada vez mas sinuoso allí detrás y no importa. El pasado lo decido yo ahora.
Decido. Decido que nunca un hombre o una mujer me ha intentado tocar por el simple hecho de tocarme ni que lo contrario pudo haber pasado en noches de alcohol y de las otras, que no son abundantes pero son memorables. Decido que, habiendo soltado palabras de odio o de amor (que en un momento llegan a ser lo mismo),  nunca me he arrepentido de gritar al aire palabra alguna. Decido, en cambio, haber gritado por el puro placer de gritar y que mi pesar ha escapado de mis cuerdas vocales y se ha perdido en las nubes.
Decido que he llorado, que he reido, que he rodado sin parar en bajadas empinadas, que he tenido sueños e ilusiones. 
Pero decido, sobre todo decido, que siempre estuve loco.

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