sábado, 21 de septiembre de 2013

Logia de la noche



Mirar la luna es una actividad extraña para todos aquellos que no comprenden que ese satélite es una Diosa olvidada, como una imponente pirámide azteca perdida en los bosques que suele ser encontrada por aventureros.
Hay una especie de logia, una secta, una sociedad, como deseen llamarla; que alaba a esta Diosa, que la aman y no desean dejar de verla. Suelen quedarse hasta el amanecer viendo el cielo; si hasta parece que no parpadean. Estas personas suelen enfermarse gravemente cuando hay luna nueva.
Los más aventurados y valientes reúnen bastante dinero y viajan a la Antártida durante seis meses y se quedan ahí, viendo la luna, comiendo a través de ella, bebiendo a través de ella, viviendo a través de ella. Cuando ven que la temporada del sol comienza, se retiran rápidamente y vuelven a su ciudad.
Sin embargo lo más destacable de estas personas es que no se conocen entre sí, saben que los demás existen porque al mirar a la luna los sienten, sienten que son parte de algo, que esa Diosa los alberga a todos en sí y les promete algo mejor que el sol, ese celoso que un día tomo el poder, ocupo el trono que le correspondía a la Dama Ocaso.
La Logia solo espera a saber  que cuenta con suficientes miembros para revelarse, devolverle el reinado a su Adorada y volver al mundo un lugar únicamente iluminada por la Gran Reina; y a las personas en ojos que solo sirvan para mirarla. Como las estrellas.

viernes, 30 de agosto de 2013

Estacionamiento



Eterno Caín.

Me toca el manto, fuego de tinta.
siento que me ama.

De repente emana el cantico
                                que tan furioso mata
                solo para finalizar
éste primer acto.

Tú, tan casta
                temes ser más que la omisión
                               de este Tánatos silente
                                               que te deja sola y con maná sin llover.                  

Que no te encuentre el dios misericordioso
miente, ¡Miente nena tonta!
pero no me sueltes sin antes tomarme
y terminar de enterrar la estaca
que quedó entre nuestro intento
                y el camino de regreso.

Entonces noto como caigo en un mar vino tinto
                que me ahogo en tu sangre.

Salto, dejo que me imante la culpa
                y tomo una última copa de mar.

En la mesa
                la simpleza hecha nacimiento.


Un simple amén
                Bastará.

miércoles, 3 de julio de 2013

Momento


“Es curioso, pero vivir consiste en
construir futuros recuerdos.”
Ernesto Sábato.

Es el momento. Un momento poblado de caramelos de miel y sopas de letras. Un momento que nos acaricia y se hunde en nosotros para nosotros hundirnos en él.
 Un momento abrasivo, que quema la conciencia y nos vuelve culpables. Nos martiriza, ahuyenta los malos espíritus y nos deja agotados de tanto remordimiento.
Ese momento de ginebra, de lobo con piel de oveja y de mar, sobre todo de mar. Momento en que las ventanas rotas hablan con pesar pero sin culpa en mi piel.
Llega el momento en que la insurrección se hace vistosa y revienta, como solo puede hacerlo un momento halcón. Nacimos para mover las alas, erigir estatuas a quienes nos construyen una jaula para volver siempre. Todo se resume a eso, a despertar en sudor y lágrimas, recordando que la noche anterior pudimos ser algo, pero terminamos entre las sabanas enredando las piernas pero no los labios, porque eso se llamaría amor.
Todo se resume a recordar y no poder dejar que la vida nos ataque por la espalda llenando nuestra sangre de la dulce droga de la ilusión.
Momento fue todo aquello que nos embriagó, llenó nuestras lenguas de puras amarguras y cocinó un dolor que, ante todo, se llama vida.

jueves, 20 de junio de 2013

flores de invierno



Siempre estuve loco, ahora lo decido. Y sí, no es que simplemente me doy cuenta sino que lo decido.
Decido haber nacido en un verano en el que crecían camelias, decido no haber usado nunca pulseritas de amistad fugaz, decido no haberme asustado nunca en la oscuridad, decido no haberme embriagado entre sonidos secos y compañeros de momentos. 
Hoy, con lunas a mis espaldas cambio mi ruta. Miro hacia el frente mientras cambio mi pasado.
Hoy decido haber usado el vuelo de los colibríes como ventilador, decido no haber comido caramelos robados al medico, decido no haber corrido atrás de un colectivo por no haber tenido otra opción, decido no haber probado los jugos del estrés y los nervios.
Algunos dicen que la locura simplemente es la cordura elevada a su máximo exponente, otros dicen que es una enfermedad. Yo digo que es un papel que se rasga de doler mientras una historia es escrita.
Hoy he decidido que nunca respire los aires de la ciudad, que de las sierras siempre llego suavemente a mi, metiéndose en mis poros y ahogándome en pigmentos de pastos y arboles hasta donde la vista alcanza. Decido no haberme hundido en los mares turbios del amor para luego notarme solo en una diminuta bañera que revienta sus paredes de porcelana y deja que mis penas se suban a barquitos transparentes en un éxodo de mis ojos hasta mi pera. 
El camino se hace cada vez mas sinuoso allí detrás y no importa. El pasado lo decido yo ahora.
Decido. Decido que nunca un hombre o una mujer me ha intentado tocar por el simple hecho de tocarme ni que lo contrario pudo haber pasado en noches de alcohol y de las otras, que no son abundantes pero son memorables. Decido que, habiendo soltado palabras de odio o de amor (que en un momento llegan a ser lo mismo),  nunca me he arrepentido de gritar al aire palabra alguna. Decido, en cambio, haber gritado por el puro placer de gritar y que mi pesar ha escapado de mis cuerdas vocales y se ha perdido en las nubes.
Decido que he llorado, que he reido, que he rodado sin parar en bajadas empinadas, que he tenido sueños e ilusiones. 
Pero decido, sobre todo decido, que siempre estuve loco.