Eterno Caín.
Me toca el manto, fuego de tinta.
siento que me ama.
De repente emana el cantico
que tan furioso mata
solo
para finalizar
éste primer acto.
Tú, tan casta
temes
ser más que la omisión
de
este Tánatos silente
que
te deja sola y con maná sin llover.
Que no te encuentre el
dios misericordioso
miente, ¡Miente nena tonta!
pero no me sueltes sin
antes tomarme
y terminar de
enterrar la estaca
que quedó entre nuestro intento
y
el camino de regreso.
Entonces noto como caigo en un mar vino tinto
sé
que me ahogo en tu sangre.
Salto, dejo que me imante
la culpa
y
tomo una última copa de mar.
En la mesa
la
simpleza hecha nacimiento.
Un simple amén
Bastará.